La incursión en Rotorúa ofreció la posibilidad de sondear a fondo la relación de los maorís con el moa. Además de descubrir que en las escuelas maorís se enseña el español como tercera lengua -después del maorí y el inglés-, la escultura, el tatuaje y los géiseres de esa geografía volcánica sirvieron para despedir la investigación de un modo bien colorido. Las ideas recabadas ya están tomando forma de novela.