> Gamonal invisible: la batalla por la información. Más allá del PSOE y el PP | Gabi Martínez

Gamonal invisible: la batalla por la información. Más allá del PSOE y el PP



Hace unos meses me dediqué a indagar de forma independiente en los conflictos de los barrios de Gamonal y Cabanyal. Luego, escribí sendos reportajes tratando de ofrecer la mirada de todas las partes implicadas, y si alguna de ellas quedó finalmente fuera se debió a su propio deseo de no aparecer en el texto: hubo gabinetes de prensa de la policía y de partidos políticos que respondieron a las preguntas con evasivas y lugares comunes, o señalaron que sobre esos temas ya estaba todo dicho. 
De todos modos, en estos reportajes sí puede escucharse a personas que se alegraron de que alguien les brindara la oportunidad de ofrecer al fin (literalmente dijeron eso) su versión. Una sorpresa sorprendente, teniendo en cuenta la cantidad de informaciones que se han volcado ya sobre ambos conflictos. Una sorpresa que entendí mejor cuando medio año después de escribir los artículos, seguía sin encontrar un medio de comunicación de alcance nacional interesado en publicarlos. De hecho, ni siquiera recibí una negativa de ninguno de los siete medios a los que ofrecí los textos. Era la primera vez que me ocurría algo así tras 20 años en la profesión. 
Es cierto que los textos no estaban pensados para satisfacer la línea editorial de ningún periódico ni revista en concreto, y también lo es que tenían una extensión más larga de lo habitual, pero los soportes digitales ofrecían una alternativa a ese hándicap y, en cualquier caso, siempre cabía la opción de publicar el texto recortado. Pero nada. Nadie respondía. Ni sí ni no. 
En los reportajes se hablaba más o menos de lo que en realidad hablaban todos, si bien intentaba presentar cada conflicto desde su origen y plasmar una visión global del asunto confrontando opiniones (algunas aún no recabadas) y hechos. Obviamente, ni unos ni otros "contendientes" se iban a sentir del todo cómodos, pero mi trabajo no consiste en ponerle almohadas a las fuentes, ni al lector, y mucho menos a los responsables de unos medios de comunicación cuyo deber, al menos su hipotético deber, es regirse por la imparcialidad y atenerse a los hechos y a los testimonios diversos. 
De todas formas, lo único que esperaba de los periodistas en nómina era una respuesta. Un acuse de recibo. Como esa respuesta no llegó, me pregunté hasta qué punto ese Cabanyal, ese Gamonal, se habrían vuelto invisibles en el país de los rojos o azules, de los moros o cristianos, de la derecha o la izquierda. Este primer texto, el dedicado a Gamonal, es la prueba de lo que al menos yo sí vi. 

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Gamonal invisible: la batalla por la información

Los disturbios que a principios de año proyectaron al barrio de Gamonal a los informativos de todo el mundo tienen un llamativo antecedente en una antigua disputa entre los vecinos y el alcalde de Burgos, Javier Lacalle, que en 2005 ya pretendió remodelar una vía del mismo barrio topando con la oposición popular. Por entonces, Lacalle detentaba el cargo de edil de urbanismo y su plan apuntaba a la calle Eladio Perlado. Pese a las cargas policiales contra los manifestantes, las obras no llegaron a ejecutarse. Nueve años después, y esta vez al frente de la alcaldía, Lacalle ha querido modificar la principal avenida de Burgos, la calle Vitoria, a su paso por Gamonal. Y de nuevo se estrella con los vecinos. La diferencia es que, mientras que el conflicto de 2005 casi no trascendió más allá de la ciudad, las redes sociales han amplificado colosalmente el impacto de la última revuelta, que puede entenderse mejor atendiendo al papel que han jugado los medios de comunicación. 


“Lo que se pedía ahora era lo mismo que en 2005: un estudio geológico — dice Raquel, dependienta en la tienda de frutos secos Algrano que ha sufrido de cerca ambos conflictos—. Vivo al lado de Eladio Perlado, y cuando empezaron a perforar las máquinas, me vibraba hasta el sofá.
Tuve miedo por el piso. Los del ayuntamiento dicen que enviaron a expertos a mirar el estado de los edificios pero a mi portal no vino nadie. Eso es lo que yo sé”, explica Raquel, partícipe del extendido temor a un derrumbe después de que, años antes, la construcción de un parking en la plaza Roma causara daños a varios bloques de alrededor.

“Cuando se ponen a especular, las personas no les importan nada”, señala Alfredo de la Fuente, burgalés de 39 años asiduo a la asamblea de Gamonal, convocada a raíz de los acontecimientos del pasado mes de enero por numerosos vecinos “hartos de que los constructores hicieran lo que les daba la gana”. Óscar de la Torre, de su misma edad, añade: “Aunque fue en Eladio Perlado cuando las cosas empezaron a cambiar. Allí también querían hacer un aparcamiento. Aún no había explotado la burbuja pero la gente vio que aquello era otro pelotazo y hubo un arrebato colectivo de dignidad.
El barrio había formado una plataforma que llevaba año y pico movilizándose sin que los políticos hicieran caso, ni siquiera había un interlocutor al que dirigirse. Cuando los vecinos se dieron cuenta de que el ayuntamiento iba a seguir con su plan, la plataforma se deshizo. Se notaba que algo gordo iba a pasar. Se repartieron silbatos para avisar cuando llegaran las excavadoras”.

“Un día a las seis de la mañana -rememora De la Fuente-, apareció un grupo de trabajadores traídos de fuera para acotar la obra. La mayoría de los hombres ya estaban en la fábrica así que fueron las mujeres las que bajaron a decirles que se marcharan. Los municipales se liaron a hostias con ellas, está grabado en video. Cuando los hombres salieron de las fábricas en el turno de las dos, llegaron a casa y se encontraron la comida sin hacer y a sus mujeres aporreadas. Imagina que vuelves y ves a tu madre con una venda en la cabeza. A las cuatro, los hombres habían salido a la calle en busca de los policías. A las cinco se produjo la carga de los antidisturbios, pero las mujeres apoyaban a los suyos desde las ventanas. Cayó hasta una lavadora de un octavo”. “Lavadoras no vi pero cazuelas sí —observa Raquel—. Estaba todo el mundo en las ventanas gritando a los policías”. “Aquello fue demasiado. La violencia les quitó muchas razones”, objeta una periodista que por entonces trabajaba en la Televisión de Burgos y vio cómo una sandía llovida del cielo dislocaba el hombro de un compañero.



“La policía Nacional recomendó no intervenir. No les hicieron caso”, afirma De la Fuente, indicando que “con la Nacional es otro rollo. Cada jueves a las siete de la tarde nos manifestábamos en un banco y ahí estaban los policías de siempre vigilando para que todo fuera bien. Era como una rutina. Si algún día llegábamos tarde, el jefe de los Nacionales nos metía bronca. A un madero le explicas la situación y muy ceporro tiene que ser para que no la entienda. Aparte de que es gente a la que ves por la calle, los conoces, se podía haber hablado. Pero para lo de Eladio Perlado enviaron a retenes de Miranda y Aranda, policías de fuera que no tuvieron miramientos. Eso sí, la policía perdió cinco pistolas... que nosotros les devolvimos, aunque ellos lo nieguen”.

Prehistoria

La trascendencia de aquellos acontecimientos se limitó al entorno más inmediato si bien los vecinos lograron que el plan urbanístico no prosperara marcando un límite a la autoridad. El porqué debe buscarse en la génesis del propio barrio, que durante mucho tiempo fue literalmente una población autónoma, Gamonal de Río Pico, hasta ser agregada como barrio a Burgos en 1955.
“Para llegar a Burgos tenías que atravesar descampados, campos con el trigo alto...”, coinciden varios de los que asistieron o formaron parte del gran flujo migratorio de trabajadores establecidos en Gamonal en los años sesenta para emplearse en los centros industriales.
Para acogerlos, se edificaron bloques de viviendas a menudo dispuestas entorno a las fábricas.
Los grupos de emigrantes reforzaron su identidad apoyándose mutuamente y asimilando el carácter de ruda periferia que Gamonal cultivaba respecto al centro de la ciudad, aún más cuando el arzobispo Luciano Pérez Platero rechazó la implantación de una fábrica Renault “alegando que Burgos se iba a llenar de rojos que escupirían en el suelo y se iban a pasar el día borrachos -dice De la Fuente-.
La fábrica acabó en Valladolid”.
Las diferencias entre numerosos vecinos de Gamonal y los estamentos oficiales de Burgos se han mantenido con los años, si bien los hechos de Eladio Perlado elevaron el listón del enfrentamiento. “¿Pensaban que íbamos a tragar? ¿Que no sabíamos organizarnos? — dice Óscar Caballero, que desde hace décadas impulsa un proyecto para insertar en sociedad a jóvenes con problemas—.
En Gamonal, aunque yo vote al PP y tú al PSOE, cuando hay una imposición no la aceptamos”. “Estamos orgullosos de ser de aquí —asegura Raquel—. Antes de todo esto ya teníamos camisetas
de Gamonal. Lo llevamos en el corazón”. “Lo más bonito es sentirse de un lugar -añade Caballero-, saber que estás ahí porque es donde están tus raíces. Sentirte de tu barrio”.


Un barrio que en enero de 2014 padecía la crisis y los recortes económicos asistiendo, por ejemplo, a cómo numerosos adultos emancipados regresaban al domicilio paterno, como Javier Barrios, que con 45 años vuelve a compartir techo con su madre. “En mi portal hay seis chicos que han vuelto con sus padres —dice—. Yo conducía ambulancias pero la crisis... El slogan de muchos sería: Yo también he vuelto a Gamonal”.
Los vecinos aseguran que las últimas navidades habían sido más duras de lo normal; hablan de familias que llevaban siete años en el paro, de la imposibilidad de ir al dentista o poner la calefacción en invierno. Y de que en ese punto se encontraron con una obra para muchos no prioritaria presupuestada en ocho millones de euros que impondría una serie de aparcamientos a 19.225 euros la plaza, y que no serían de propiedad sino de alquiler, que expiraría a los 40 años.
“Tenemos nuestro sistema para aparcar en doble fila. Hay asuntos mucho más importantes donde meter el dinero. Así que decidimos actuar”, comparten varios vecinos.
— Pero el proyecto del aparcamiento y el bulevar estaba en el programa electoral del PP-, les recuerdo, porque el Partido Popular ganó las elecciones con mayoría absoluta en Burgos y buena parte de sus votos procedieron de este barrio.
— Sí, es verdad. Lo que demuestra que hay mucha gente que no vota. O que los que votan no se leen el programa.
Al margen de los votos, las encuestas señalaban que un 87 por ciento de los ciudadanos se oponía al bulevar y el nuevo aparcamiento proyectados. Por eso, los contrarios al bulevar se manifestaron regularmente “durante un año y pico —asegura Barrios—. Y, como en Eladio Perlado, no nos hicieron ni caso”.
En ese contexto, el gobierno anunció el inminente inicio de la reforma de la calle Vitoria.
“Todo el mundo sabía que la reforma iba a costar más de los ocho millones anunciados, porque al final siempre es más -dice Barrios-. Y tampoco nos fiábamos de que las obras duraran dos años.
En España es como lo del Canal de Panamá, que te dicen una cosa y luego nunca es lo que dijeron”. El hospital de Burgos resulta un ejemplo flagrante: aparte de haber demorado varios años la fecha de inauguración prevista, se presupuestó en 242 millones de euros y acumula ya un gasto de 528: 284 millones más. Supera el doble del cálculo inicial.
Así que cuando la policía desvía el tráfico para empezar las obras y se forman las primeras caravanas, “la gente pensó que no iba a soportar dos años así”. “Encima que estamos costeando el hospital mas caro del planeta —dice Barrios—, nuestro equipo de básquet no puede subir de división porque falta un polideportivo en condiciones y cada vez que consigue el ascenso tiene que vender la plaza; y nos acababan de cerrar una guardería en el barrio por 16.000 euros”.
“Esto no es así —rectifica Raúl Briongos, director del Diario de Burgos—.
La guardería Río Vena estaba muy degradada. Arreglarla costaba más de doscientos mil euros (370.146 euros según asume la asociación de padres) y se optó por construir otra cercana, adonde se inscribió a los niños. Lo que ocurre es que después la gente pidió que reformaran la vieja para tener dos, y esto no se hizo. Pero es cierto que lo de los sobrecostes es una vergüenza. Lo del AVE... o lo de la Biblioteca de San Juan, donde se adjudicó una obra a una de las ofertas más baratas y antes de empezar se modificó el presupuesto porque no habían tenido en cuenta ¡que el río pasaba muy cerca!”.


Briongos observa que falsedades como la de los 16.000 euros ampliamente divulgadas contribuyeron a encender aún más los ánimos. “Desde hacía tiempo se comentaba que íbamos a acabar como en Eladio Perlado”, asegura Raquel. “Pero es que el bulevar no era necesario”, sentencia Jesús Berezo, 42 años trabajando en la cafetería Lago, ubicada en el epicentro de una revuelta comenzada a las tres de la tarde cuando “veinte chavales, todos muy pero que muy jovencitos”, se plantan delante de los camiones para impedir que se lleven los escombros de la carretera que perforaban desde las siete de la mañana.
“Esos veinte y Manolo, el hombre que se tiró en la calle delante de las máquinas, son los que lo montan todo —dice Barrios—. Si es que al principio fue muy poca cosa... la gente solo miraba, sin apoyar”. “En Eladio Perlado todos los vecinos salieron desde el principio pero la primera noche en Vitoria casi nadie apoyó a los que protestaban”, coincide Briongos.
Sin embargo, dos blogueras del 15M acuden al barrio a informar. “Y esa fue una clave, si no la clave”, señala Barrios, subrayando cómo los comentarios de las chicas sortearon “la barrera de un Burgos controlado informativamente por Méndez Pozo. El Diario de Burgos es suyo, y es el que siempre está pillado en el bar. La gente entra y dice: ¿Tienes El mentiroso? O sea, el Diario. Es el que se lee aquí porque la gente sabe que le mienten pero traga. Y esos días, el Diario de Don Vito trabajó a degüello”.

Antonio Miguel Méndez Pozo, además de presidir la Cámara de Comercio, la Fundación Atapuerca o la Fundacion Silos, es dueño del Diario de Burgos, y su hijo menor Gregorio dirige Promecal, la empresa que agrupa a la mayoría de los principales medios de comunicación de la ciudad.
El periódico siempre ha transmitido la conveniencia de hacer el bulevar, si bien lo que espoleó la indignación en Gamonal fueron sobre todo dos artículos. Uno se publicó el tercer día de disturbios bajo el título Las diez grandes mentiras. En él se rebatían diez puntos clave que inflamaban a los vecinos, como la concesión a dedo del proyecto o el hecho de que ese mismo proyecto no se hubiera explicado debidamente a los vecinos. Cada argumentación del Diario estaba acompañada por la palabra “Mentira”.
A su vez, durante las protestas el periódico difundió las declaraciones del secretario de Estado de Seguridad advirtiendo que entre los participantes en los disturbios menudeaban los “infiltrados de grupos violentos itinerantes” que también habían actuado en Madrid o el resto de Castilla León.
Esta noticia derivó en rumores ciudadanos sobre el origen proetarra de esos supuestos antisistema, dando pie a multitud de chistes, ilustraciones o selfies en los que vecinos de Gamonal aparecían encapuchados como si fueran terroristas. También provocó rabia. “La obligación del Diario era al menos venir a preguntarnos —dice Caballero—. Luego resultó que entre los cuarenta y pico detenidos no había ningún vasco, ni uno, y entonces dijeron que eran anarquistas que iban haciendo turismo radical por el Estado. Tampoco encontré anarquistas”. “Mira que yo estoy metido en esto y entre los detenidos no conocía a casi nadie, —asegura De la Torre—. Pero no porque vinieran de fuera sino porque fueron detenciones al azar, gente de Burgos que salía de cenar y se encontraba en medio de una carga. Ha habido una estrategia de criminalización. No se dan cuenta de que esto va más allá de los partidos, de que en la asamblea hay gente que ha votado al PP”.

Batalla mediática




Pero, ¿por qué motivo creen que Diario de Burgos se ha posicionado a favor del bulevar? “Porque Méndez Pozo era el que iba a hacer la obra”, argumenta la totalidad de vecinos consultados, aludiendo a la empresa MBG Ingeniería y Arquitectura S.L., controlada por la familia del empresario (Miguel, Blanca y Gregorio son los nombres de sus tres hijos). MBG, que incluye una inmobiliaria, ganó el ahora cuestionado concurso para la remodelación de los barrios de Gamonal y Capiscol. Méndez Pozo resulta aún más sospechoso teniendo en cuenta que en los años 90 fue encarcelado por un caso de corrupción y que él y un grupo de constructores de Burgos invitaron en 2006 al por entonces concejal de urbanismo Javier Lacalle a pasar unos días de vacaciones en la Costa Azul francesa en compañía, entre otros, del hijo mayor de Méndez Pozo, Miguel, que dirige la inmobiliaria.


“El Diario de Burgos, como el resto de medios de comunicación de aquí, no tiene ninguna vocación informativa -dice De la Torre-. Son pura y llanamente propaganda. Están en manos de constructoras y unos y otros intercambian favores”. “Se encargó la redacción del proyecto a una de las empresas de Méndez Pozo, sólo eso”, observa Briongos desde el Diario. “Y su beneficio económico iba a ser exactamente cero -añade Angélica González, periodista del mismo rotativo-. Pero la situación lo tenía todo para la épica: un barrio obrero, gente cansada de la crisis, y un constructor con fama de maligno porque años antes le habían acusado por corrupto y ahora dirigía varios medios de comunicación. Nadie se paró a pensar más. Los culpables estaban claros”.



“Al principio -dice Caballero-, el alcalde y el Diario de Burgos decían que Méndez Pozo no tenía nada que ver pero luego se descubrió que su gente había redactado el proyecto. ¿Que no iba a ganar dinero? Existe el intercambio de favores. Pero si el alcalde debe un favor a un constructor, que se lo devuelva en otro sitio. Aquí no lo vamos a permitir”. Según los vecinos más críticos, en Burgos hay un grupo de personas “con nombres y apellidos” que detentan el poder desde hace décadas y han hecho crecer la ciudad hasta convertir su suelo en el tercero más caro de España, aunque “sin más plan que el de llevarse dinero a los bolsillos. Nunca hubo un modelo. Pero sus televisiones y sus periódicos se encargan de avalar su gestión”, sentencia De la Torre aludiendo a la red mediática coordinada por Promecal.


“Aquí trabajamos gente muy digna -añade Angélica-, y damos noticias contrastadas. Desde que empecé en 1992 nadie me ha rectificado una información. Méndez Pozo ni siquiera aparece por el periódico. Este diario es mucho más progresista que el 90 por ciento de sus lectores”.
En ese contexto, una serie de tweets e informaciones que enviaban en directo las dos blogueras sobre el terreno comenzaron a recorrer España. “Por una parte hubo una buena coordinación -dice De la Fuente- y por otra tuvieron suerte de que alguien determinado leyera sus tweets en el momento oportuno y les diera cobertura. Entonces, la cosa sí que estalló”.

La tele 

Las imágenes de la calle destrozada, con el suelo reventado y lleno de piedras que se usaban como proyectiles fueron tan impactantes como casuales. “La escenografía la puso el ayuntamiento -afirma Barrios-. La zona de guerra la habían creado ellos al levantar el asfalto. Ya digo que la primera noche tampoco es que saliera casi nadie a la calle pero como se quemaron un par de cosas y por la noche el fuego es muy resultón...”. “Hay gente que tiene la piel muy fina -opina De la Torre-. Ven una papelera ardiendo, dicen que eso no se puede tolerar y hablan de violencia. Que se pongan en el lugar de los desahuciados, de los parados que no tienen para vivir... y entonces que vuelvan a pensar en qué es violencia”.
Enseguida asomaron periodistas para comunicar a nivel nacional. Internacional. Los ciudadanos de Gamonal vieron imágenes de su barrio en televisión, periodistas alemanes preguntaban por los sucesos, se habilitó la entrada de un parking para concentrar a los reporteros. Algunos vecinos hasta entonces remisos se sumaron a las protestas, que “acabaron con diez contenedores y siete escaparates rotos. O sea, nada. En cualquier manifestación en Euskadi, eso no es nada”, dice Barrios, que participó “activamente” en los sucesos y repite que “en Eladio Perlado fue mucho más”, contradiciendo la opinión del camarero de la Lago, quien “después de 42 años aquí, nunca había visto nada parecido, ni siquiera en las manifestaciones de la Transición”; y la de De la Torre: “En Eladio Perlado todo se concentró en una noche. Esta vez han sido cuatro días y ha participado mucha más gente, cada día se apuntaban más a las manifestaciones”. También hubo enfrentamientos con la policía pese a que, al contrario de lo acontecido en 2005, los vecinos habían decidido en asamblea no encarar a los agentes. El objetivo de los violentos que se saltaron el pacto fue sobre todo algún mobiliario urbano y los escaparates de bancos.
“Lo importante es que, al verlo por la tele, la gente creyó que se podía hacer algo, y empezaron a sumarse”, indica De la Fuente. “Había mucha gente con niños en los umbrales y en las ventanas, y aguantaron hasta las tantas de la madrugada, como si dijeran a los que habían salido a la calle: estamos con vosotros”.



Una de las acciones fue manifestarse a las puertas del Diario de Burgos. “Empezaron a insultarnos -dice Angélica-, y yo no estaba dispuesta a permitirlo. Aquí trabajamos gente muy digna, así que bajé con algunos compañeros y nos pusimos en el umbral delante de ellos. Aluciné. Yo, que he sacado la cara por gays, gitanos y putas, que mucha gente me viene a contar historias para que se las publique en el diario, y lo hago, tuve que encontrarme a algunas de esas mismas personas llamándome de todo. En las manifestaciones, iban gritando ¡dónde están los perros de Méndez!”.
“Ahí nadie increpó a los periodistas”, dice Caballero. Hombre, gritarles “perros de Méndez...”. “Bueno -dice Caballero-, en el sentido de servidumbre, de lacayos de los que te mandan. Pero distinguimos muy bien lo que es el medio de los periodistas. Lo que pedíamos era que dejaran de mentir”.
“Hay un hecho incontestable sobre cómo hemos informado sobre Gamonal -observa Briongos, director del Diario desde 2010-: todas las noticias han ido firmadas. Los periodistas se han hecho responsables de lo que escribían”. “Pero les daba igual, no querían oír nada -dice Angélica-. A los que estábamos abajo nos sacaron fotos y luego me encuentro una de ellas colgada en internet con un pie que dice: Estos son los manipuladores de Burgos. Y lo siguiente es mi hijo contando que unos compañeros de su colegio le han dicho que su madre es una manipuladora. Es que no puedo hablar de esto, me pongo... ha sido demasiado bestia... no puedo con eso... es verdad que mi versión es personalísima porque yo padecí acoso pero hay cosas que no se pueden tolerar. También te digo que mis temas son sociales y sanitarios, así que no cubrí directamente las informaciones de los hechos, pero los sufrí igual”.
¿Podría hablar con alguno de los periodistas del diario que informaron sobre los disturbios? “Claro. Se lo comento”. En las jornadas siguientes, dos periodistas del Diario de Burgos consultados por Angélica desestiman la propuesta de contar su versión. Días antes, una ex periodista presente en los acontecimientos de Eladio Perlado y que estaba a punto de volver a ejercer la profesión en una radio local también había preferido eludir la entrevista. Briongos, el director, sí se ofrece a conversar. “Todo esto tiene mucho de icónico y es evidente que el periódico es de Méndez Pozo, para muchos el culpable de lo bueno y de lo malo en la ciudad. Pero este diario suma 123 años de historia y los trabajadores son periodistas, buenos periodistas que quieren hacer su trabajo lo mejor posible. Ya sabes cómo son las redacciones”. No, no sé cómo son las redacciones, respondo. En todo caso sé que cada una es distinta. “Aquí se ha intentado dar lo que pasaba -concreta Briongos-. Y lo que está claro es que no se puede venir tres cuatros de hora a una ciudad y decir qué está pasando ahí. Hay que escarbar para hacerte una composición. En general, los medios de comunicación que desembarcaron en Burgos han contado una cantidad de bestialidades... y esas tertulias que no aguantan un mínimo análisis crítico... Eres la primera persona que ha intentado hablar con nosotros”.
“Lo peor -prosigue Angélica- es que cuando contabas tu parte de la historia a los periodistas que venían de Madrid o de donde fuera, no les interesaba. Y no creo que haya parangón en España con otro caso de acoso a periodistas como el que vivimos aquí. Me encantaría saber quién puso a Diario de Burgos en la ruta de la manifestación porque los que impulsaban las obras eran Arranz Acinas y COPSA, pero los que montaron la protesta lo tenían claro: pasaron de largo por delante de las oficinas de esas empresas y vinieron a por nosotros: los periodistas”.
“Lo propusieron los vecinos -responde Caballero-, porque muchos vieron por primera vez de una forma clara que había un propietario de un medio de comunicación con intereses en constructoras manipulando todo el discurso de un barrio, y vieron que apuntando al Diario llegabas a todo lo demás. Por fin la gente mayor se dio cuenta. Estaban cansados de que el Diario de Burgos les descalificara insistiendo con que si eran de extrarradio, chandaleros, sin estudios... hay gente que nos llama la Villa Olímpica porque dicen que vamos todos en chándal. La gente tenía ganas de gritar. Luego dicen que por gritar delante de un diario atentas contra la libertad de expresión. ¿Y mentir? ¿Contra qué libertad atenta mentir sobre otras personas?”.
Entre los informadores venidos a Gamonal a raíz de los acontecimientos, Ignacio Escolar es citado con frecuencia empleando adjetivos bien distintos. El periodista de eldiario.es es hijo del que fuera director de la edición de Diario 16 en Burgos, y por eso vivió un año en la ciudad. “Diario 16 lo impulsaron unos constructores que habían denunciado a Méndez Pozo -señala Angélica- y poco después de que el padre de Escolar entrara a dirigirlo, Méndez Pozo compró el Diario de Burgos”. “Diario 16 se lanzó en Burgos para, entre otras cosas, contar que alguien estaba cometiendo ilegalidades de las que nadie hablaba”, dice Arsenio Escolar, que en septiembre de 1989 dirigió el estreno de aquel periódico en la ciudad.
 — O sea, tenemos a dos grupos de constructores con acciones en periódicos rivales luchando con todos los medios a su alcance por el poder.
 — No es así —responde Arsenio—. El viejo stablishment de Burgos se unió al ver que Méndez Pozo estaba comprando voluntades políticas y controlando la ciudad. Para enfrentarlo lanzaron Diario 16 pero nuestra gestión editorial fue siempre honesta y, de hecho, cuando se denunció a Méndez Pozo, señalamos que uno de los denunciantes era accionista de nuestro periódico. En cualquier caso, las informaciones de Diario 16 provocaron que el juez siguiera adelante con la investigación. De no haber estado nosotros, a saber qué habría hecho.


El trampolín de Aznar

Míchel Méndez Pozo, al que también denominaban “el jefe”, había nacido en Jaca (Huesca), se había criado en Zamora, aterrizado en Burgos en 1964 como estudiante de aparejadores y en 1987 había prosperado hasta mantener una relación espléndida con José María Aznar, presidente de Alianza Popular (AP) para una Castilla y León cuyo partido controlaba por completo a excepción de Burgos, donde gobernaba el alcalde independiente José María Peña. Según el relato de Arsenio Escolar, cuando Antonio Hernández Mancha, el candidato nacional de AP, quiso ganar ese bastión para su partido, Aznar se opuso rotundamente provocando una seria disputa interna. ¿Por qué un presidente de AP renunciaba a la alcaldía burgalesa? Un estudio sobre las cuentas nacionales del partido encargado por el propio Hernández Mancha revelaría que todas las organizaciones regionales gobernadas por AP arrastraban déficit salvo Castilla y León, sostenida financieramente por un caudaloso flujo que provenía de Burgos.
La investigación judicial determinó que la prosperidad de algunos prohombres de Burgos tenía raíz ilegal. “No había obstáculo, por importante que éste fuese -escribieron los jueces- que pudiese impedir al señor Méndez Pozo convencer a los señores Peña, Codón (ex teniente de alcalde, condenado a inhabilitación en esta misma causa), Muñoz Guillén y Martínez Llorente (concejales también condenados) para que resolviesen, en sus expedientes, conforme a sus intereses (...) contrariando de forma clara y manifiesta la legalidad vigente, con plena conciencia de que lo hacían". Méndez Pozo fue condenado por corrupción a siete años y tres meses de cárcel y José María Peña, el alcalde que amparó sus ilegalidades urbanísticas, a 12 años de inhabilitación y siete de suspensión de cargo público. A los cinco meses de su ingreso en prisión, Méndez Pozo había conseguido el tercer grado y estaba de nuevo en la calle.
“¿Sabes la cantidad de informes técnicos que son necesarios para conseguir un tercer grado? -pregunta Arsenio Escolar-. Pero él siempre ha tenido mucha habilidad con los políticos. Además, en la cárcel aprendió que debía utilizar el poder de una manera más sibilina y creó una plataforma para reconciliarse con el poder de izquierdas. Diversificó su influencia política. Compró diarios en Palencia, Ávila, Castilla-La Mancha... cuando salió de la cárcel yo publiqué un artículo en El País
—La cárcel hace hombres de provecho— y al día siguiente Méndez Pozo pidió mi cabeza, que me echaran del periódico. Me lo dijo la persona a la que se lo pidió”.

Por entonces, Méndez Pozo ya imprimía la edición de El País y el As en una planta del Diario de Burgos. A Peña lo indultó el gobierno cuando Aznar llegó a la presidencia de España y, tras presentarse a las municipales, salió elegido concejal. ¿Qué hacen ahora los constructores que denunciaron a Méndez Pozo en los ochenta? “Todos están fuera del mercado”, dice Arsenio Escolar, que sonriendo reconoce el talento de Méndez Pozo para gestionar sus intereses recordando que “antes de que lo metieran en la cárcel, yo hablaba a menudo con él. Luego, pasamos un montón de años sin decirnos nada. Pero un día, no hace tanto, coincidimos en un acto donde nos dimos de bruces. Nos saludamos un momento, intercambiamos cuatro palabras, y va y me dice: Por cierto, ¿quién te imprime 20 minutos en Bilbao? Porque yo te lo puedo hacer a buen precio en mi planta de Burgos. Qué tío, ¿eh? Ése es Míchel”.

La parcialidad 

El hijo de Arsenio, Ignacio Escolar ha publicado algunos artículos denunciando vínculos entre empresarios y medios de comunicación, sugiriendo intereses soterrados, criticando en fin una gestión municipal de tintes mafiosos, además de las desmesuradas actuaciones policiales. Sin embargo, la implicación emocional de Ignacio en el asunto hace que algunos cuestionen su objetividad. “Escolar ha sido muy valiente pero en el fondo habría que reprocharle lo mismo que al Diario de Burgos: que tiene una perspectiva muy clara”, dice Óscar Esquivias, escritor nacido en Gamonal y colaborador de un Diario de Burgos sobre el que reconoce que “está claro que no va a tener una actitud beligerante con el tema del aparcamiento”.
“Lo de Escolar es lo nuestro —afirma Caballero—. Él cuenta nuestra visión: el hostigamiento policial, la persecución, que la policía entre en los chamizos de los chavales a amenazarles... claro que sí. La verdad es que esta vez estoy encantado con el trato que la prensa da a todo esto. A los de La Sexta les hemos invitado a almorzar todos los días en el barrio. Necesitamos nuestros propios medios de comunicación, y que lo que salga a la luz pública no esté sesgado y dirigido”.
“España está dividida en dos bandos que se enfrentan de forma machacona -resume Esquivias-. En cuanto a Escolar, ha alimentado una imagen épica de todo esto sin darse cuenta de que podía haber un trasfondo reaccionario en las protestas. Es que ha habido una idealización enorme de Gamonal. Cuando empezó la acción, todos nos emocionamos por su épica de novela de Víctor Hugo, de la que yo participo, ¿eh?, y estoy muy a favor de la movilización de la gente. Aunque en este caso hay algo contradictorio: entiendo la lucha pero hay una base reaccionaria”.
Esquivias alude al tejido obrero y la tradición conservadora de un barrio empeñado en rechazar “un proyecto que apunta a un modelo de ciudad más ecológico porque ahora mismo la calle Vitoria es un horror. Gamonal necesita una reforma urbanística”. Reforma que deberá esperar: tras los disturbios, las máquinas se retiraron, la calle se volvió a asfaltar y todo sigue como antes de enero.


La herida social continúa supurando: pese a la contención ordenada desde la asamblea a los manifestantes, los disturbios se saldaron con 47 detenciones después de que, en efecto, se malbaratara la caseta de los obreros que trabajaban en la calle o se apedrearan las oficinas de Ibercaja.
Seis jóvenes fueron encarcelados. “A las nueve comunicaron la fianza que se pedía por los chavales. A las doce ya tenían el dinero en metálico”, recuerda De la Fuente, destacando la solidaridad de un vecindario que mantiene los botes en restaurantes para costear los gastos de la defensa judicial a los que siguen encausados. A su vez, denuncian que un menor de 17 años fue golpeado dentro de un furgón policial tras su detención.
“Cuando le vimos le preguntamos qué le había pasado en la cara —relata De la Torre—.
Le trataron como a un terrorista. Solo dejaron de darle hostias cuando descubrieron que era menor de edad. Ha dormido con una esterilla en el suelo y le tiraban calderos de agua”.
“Lo sacaron del calabozo a las dos y pico de la madrugada —recuerda Isabel Lara, la madre de Iker Marquijana, el chico detenido—. Venía con grilletes, golpes por todo el cuerpo, y la cara apaleada. Al verme estalló, se puso a llorar: ¡Me han pegado! Me metieron en el furgón y empezaron a pegarme”. Según el relato de la madre, Iker fue detenido al salir de “un chamizo donde estaba con amigos. En la calle se encontró con la movida, los contenedores quemados, un caos.
Aparecieron los antidisturbios y le detuvieron. Le metieron en un coche celular y luego en una furgona, que fue donde más le pegaron. Le decían, qué, Iker, eres radical, ¿eh? Y le pegaban. Y encima con el nombre y el apellido vasco... pues no le iban a pegar”.
Según Isabel, su hijo permaneció en esa furgona más de una hora dando vueltas por la ciudad hasta ser trasladado a otra furgona que le condujo a comisaría. Allí, al descubrir que era menor de edad, se le dispensó mejor trato. “Aunque cuando se marchó -apunta Isabel- los policías cogieron el colchón donde había estado, escupieron, y se lo dieron a los otros chicos que tenían presos”.
Isabel lamenta el trato vejatorio, el incumplimiento de cualquier ley de protección de menores mientras Iker estuvo en comisaría y el decantamiento de los abogados presuntamente imparciales en favor de la fiscalía cuando el caso fue a juicio. “La policía acosó a su madre amenazándola con que le iban a poner un parte de lesiones por las heridas que su hijo había hecho a dos polis —dice De la Torre—. Tenías que ver el tamaño del chaval y el de los polis. Vale que el chico podía haberse inventado la historia pero cuando te dan una paliza se te queda una cara de pánico que no se puede fingir, y era la que tenía ese chaval”.
“Sí, nos pusieron un parte de lesiones, perdimos el juicio y hemos tenido que pagar unos mil euros”, confirma Isabel. Pero, ¿qué hizo Iker? “Él dice que nada aunque si estaba en medio de los disturbios, alguna piedra tiraría. Pero lo de herir a los policías seguro que no. Es físicamente imposible. Es como lo de que los chavales detenidos venían con autobuses desde el País Vasco. Iker me dijo que todos los del calabozo eran de Burgos”.
“Yo iba con un grupo que rompía bancos —dice Barrios—. No fallaron ni una piedra”.
“La gente que se mete a esto sabe adónde apunta y qué no debe hacer —asegura de la Fuente—.
Yo soy simpatizante del Bloque Negro, la militancia siempre me ha costado más, pero he ido a unas cuantas manifestaciones, sé cómo va esto. Y te aseguro que el que siempre tira la primera piedra es un poli. De todas formas, antes se infiltraban bastante, también les dejábamos, pero cada vez menos. Viendo cómo actúan después, es difícil tolerarlos”.
“Se echó de las asambleas a algunos fotógrafos porque la gente sospechaba que estaban pasando fotos a la policía. Como los periodistas siempre cuentan lo que les dice la poli, al final uno acaba pensando que están ahí para informarles a ellos, que alguno incluso trabaja para ellos, en lugar de contar a la gente lo que están viendo de verdad”. La asamblea, volcada en otorgar la fuerza a los vecinos eliminando toda injerencia, también impuso sus normas a los partidos políticos, y por eso “al primero que se echó fue a al representante de Izquierda Unida —dice Caballero—.
La plataforma llevaba dos años de campaña en el barrio y cuando el ayuntamiento dijo que tiraban adelante las obras, se convocó una asamblea a la que se presentaron todos los políticos. Se les dijo que no queríamos pancartas de partidos. Que o aceptaban venir como vecinos o no los queríamos. No todos aceptaron. Sorprende, ¿verdad?”.



¿Y ahora? 

“Creo —dice Esquivias— que esta victoria vecinal va a ser contraproducente para el barrio porque el dinero que iban a destinar al proyecto se irá a otras zonas de Burgos”. Numerosos vecinos hablan de represalias directas como la de haber privado a Gamonal del dinero para las fiestas vecinales “que se vienen celebrando desde 1500. Como el alcalde no se atreve a venir, deciden que no hay fiestas —observa Caballero—. Y a las ong's que se pusieron al lado de los vecinos en el conflicto les están revisando los convenios con la administración”.
Para corroborar esto y cotejar otros datos, pido hablar con el alcalde. Pepe Domarco, portavoz del ayuntamiento, dice que “eso ya pasó y no tiene más importancia. Aquí ya no habla nadie del tema”. Ya, pero... “Al alcalde no le gusta hablar de eso —añade—. Damos el tema por cerrado.
Si quieres algo más, hay hemerotecas”. A cambio, el gabinete del alcalde ha anunciado la próxima apertura de un McDonald's a pocos metros de la zona cero. “Traerá algún puesto de trabajo, así se hará fotos en el barrio...”, dice Berezo desde su cafetería. Los vecinos coinciden en que Lacalle desea maquillar su imagen tras aceptar que, de momento, el proyecto del aparcamiento se estanca indefinidamente. “No ha sabido gestionar el problema. Pero es que tampoco supo gestionar Eladio Perlado cuando era concejal de urbanismo, y las dos veces acabó con violencia. Lacalle ha demostrado una negligencia espantosa. Yo lo llevaría a juicio. Si no sabes controlar los conflictos violentos de esta envergadura es que no estás preparado para gobernar una ciudad”.
Después de que numerosos entrevistados insistan en “las pocas luces” de Javier Lacalle, Esquivias señala que “el alcalde vive en una realidad ajena. Desde su juventud se ha criado en el partido y no ha tenido ninguna responsabilidad vinculada a la vida real. Se da la paradoja de que la gente que tiene que gestionar lo público se ha criado en colegios privados, viajando en transporte privado, usando la sanidad privada... Y luego les resulta impensable dimitir porque fuera de la política no tienen nada”. Este argumento afianza la sospecha popular de que el alcalde intentará retomar el proyecto de la calle Vitoria en cuanto se presente la oportunidad. “Y nos volverá a encontrar”. A lo mejor cambian antes al alcalde. “Aquí mandan Méndez Pozo y el Partido Popular —insiste Barrios—. ¡Pero si hasta mi madre vota al PP! Se le está cayendo la casa a trozos, que la tiene llena de grietas, y sigue votando al PP. Yo le pregunto por qué vota siempre lo mismo. Le digo que esto no es fútbol, que no tienes que ser siempre del mismo equipo. Pero este país es así, bipartidista. O estás con uno o con el otro.
No se ve nada más. Aunque se crea lo contrario, la gente no es consecuente con sus ideas y por eso mantiene a los mismos”. “Si conoces Castilla, esto no llama la atención —dice Caballero—.
Se vota al PP como quien va a misa los domingos: por herencia, porque Castilla es Castilla”.
Barrios asume que el fracaso de los partidos de izquierdas ha dejado sin alternativas a los que desean votar diferente. Los anarquistas como De la Fuente no votan por definición pero comparten que la izquierda “es un chiste” y que ellos van a seguir dando guerra a su manera, a veces violenta, aunque deja claro que “la gente que se mete en este fregao tiene bastante nivel de estudios. A un tío sin imaginación no le verás cruzar el planeta para defender una causa”. Al margen de credos, muchos vecinos de Gamonal coinciden en que “el barrio se ha venido arriba. Hasta ahora éramos un barrio obrero mal visto, gente de chándal y patilla —dice Barrios—. Hoy se nos conoce por la lucha. Está bien”.




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