Será a
finales de febrero cuando Clara Usón publique La hija del Este en Seix
Barral. He tenido la oportunidad de leer la novela, basada en una investigación
periodística que llevó a Clara a seguir la pista de Ana, la hija del militar
serbio Ratko Mladic. Ana se suicidó poco después de volver de un viaje a Moscú.
No
desvelaré demasiadas claves, aún es un poco pronto, pero advierto que es una de
las ficciones más impactantes que se han escrito sobre los Balcanes. La autora
ha enfocado aquella realidad desde una perspectiva insólita e inesperadamente
arriesgada, al atreverse a especular sobre el perturbador golpe que recibió la
joven Ana cuando descubrió que las matanzas que su venerado padre ordenaba ejecutar quizá no estuvieran tan
justificadas como una vez creyó.
Además
de perfilar los caracteres de Radovan Karadzic y Slobodan Milosevic para ubicar
mejor el papel que desempeñó Mladic en la expansión Serbia, además de ofrecer
una impresionante cantidad de datos que acercan de un modo aún más
escalofriante a lo que allí ocurrió, Usón explora la afectividad doméstica en
la familia Mladic, los días rusos de Ana, su trastorno al captar las
incomprensiblemente críticas miradas y palabras que otros dedicaban a su
padre... Observar a un Mladic tierno o amable aporta otro ángulo a la imagen
que se ha difundido hasta ahora del carnicero oficial de Milosevic. La
proximidad de aquella guerra, el hecho de que miles de damnificados de ambos
bandos mantengan caliente el odio, hará aún más difícil de digerir para muchos
la idea de que al fin y al cabo el monstruo era un hombre.
Quizá
se abra algún debate sobre la oportunidad de publicar un libro así cuando las
heridas continúan frescas o sobre las técnicas empleadas en el libro para
fundir ficción y no ficción, pero mucho más allá de cualquier polémica, la obra
de Usón es un impacto, una desgarradora sacudida en la línea de flotación,
sobre todo, de un Occidente que contemporizó con el horror a sus puertas. Y un
aviso sobre cuánto podemos llegar a engañarnos, o sobre cómo se nos puede
engañar.
Hay
escenas sin duda reales de una crudeza física y moral dignas de avergonzarnos
como especie. Hay un interesantísimo abanico de recursos literarios para
abordar informaciones verídicas de una manera creativa. Hay un desafío a los
cómodos y los cobardes, una llamada a intervenir antes de que sea tarde. Hay
una fidelidad a Tolstoi, Chéjov y tantos autores rusos que acompañan a Usón en
su trayectoria, una fidelidad que va más allá del estilo porque tiene que ver
con ese peso distinto con el que aquellos grandes transmitieron su ética a los
lectores. Y, sobre todo, hay una escritora capaz de cuadrar una obra memorable
con frases y sentencias al alcance de muy pocos, una escritora que sabe que
“rara vez amamos a nuestros acreedores” y que hay un tipo de “aflicción impura,
teñida de alivio”.
Hay
serbios que han leído el texto sin saber quién era el autor y creen que algo
así sólo pudo escribirlo un serbio, o un autor regional. Un halago involuntario
que sugiere la solvencia de la obra.
1 comentarios:
Sentarse en la barandilla, no tomar partido aunque sea en pequeños detalles o maneras, envalentona a los radicales y les da una falsa justificación moral que desemboca en grandes trajedias. Paso antes, esta pasando ahora, pasara en el futuro........
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